El problema que actualmente corre por la sangre enquistada de España es más bien un haz de problemas con múltiples perfiles. Por la parte que me toca no quisiera hacer un elogio de una actividad tan melancólica como la filosofía. No en vano, la filosofía tiene la pretensión de condensar el mundo en una suma de formas conceptuales. Por eso mismo no puede ser más que melancólica, porque su tarea es un fracaso premeditado.
Cualquier persona sana no se hace a la idea de lo que es una enfermedad mental. Pueden pensar que son personas con delirios, viviendo una realidad fantástica, a veces graciosa, a veces trágica.
Cuando salgo a la calle y me pongo a pasear, veo muchos automóviles por doquier, y es que un “coche” es, hoy por hoy, un objeto indispensable en una familia. Pero si esa familia tiene la suerte de que trabajan los dos, quizá tenga dos “coche”. Y eso, o sea que la mujer se incorpore a la vida laboral –y doméstica, le ha venido requetebien a los Ayuntamientos, porque en los últimos treinta años han visto multiplicarse los ingresos provenientes de los automóviles.
Aún resuenan en el matacán de la Puerta de Sevilla -territorio abonado por los dioses carmonenses a este humilde escribidor- las salvas que anuncian honores de plaza y fortaleza por la muerte de una paisana llamada, con familiar cariño, Rosarito “La Carbonera”. Para aquellos lectores lejanos a lazos emotivos la podrán conocer como María Rosario Pérez García.
Quiero comenzar felicitando a nuestro alcalde, Juan Ávila, porque ha cumplido los primeros cien días de gobierno tras su victoria electoral (los resultados más importantes en la historia del PP en Carmona) y desde que fuese elegido, por abstención, el pasado 11 de Junio. Aunque el análisis de la victoria se hizo en su momento, ésta se produjo por varios factores que después de estos 100 días hay que volver a recordar.
He retornado a mi ciudad tras mis vacaciones estivales entre sombrillas, hamacas, chiringuitos, tintos de verano, “niño no te comas la arena”, palas, paletas y paletos,... y con el deseo de que nuestros gobernantes también hayan tenido un merecido descanso y de paso, así descansa la ciudad de ellos/as. Pero cual ha sido mi sorpresa al comprobar que nuestros “incansables políticos” están a la gresca.
Aprovechando la visita del Santo Padre a Madrid e inmerso y tocado por este halo de recogimiento, estos días me encuentro reflexivo. Fruto de esta reflexión sobre los orígenes de la vida, el papel de la persona en la humanidad, el bien o interés general... he llegado a la conclusión de que cuando el fin justifica los medios, las cosas suelen finalizar mal para aquel que pone los medios. Y esto es lo que el nuevo gobierno de Carmona está haciendo con el interés general.